jueves, 18 de diciembre de 2008

*Es dE mala suErtE dEcir buEna suErtE*


MONTAÑAS DE MIERDA.El origen de esta costumbre es francés, lo cual explica que en muchos países hispanohablantes la palabra usada para desear éxito antes de un estreno teatral sea “merde”, en el francés original. La superstición está tan profundamente instalada que, para cualquier persona que pertenezca al mundillo teatral, oír que alguien le desea buena suerte, sin más, equivale exactamente a todo lo contrario: inmediatamente chistará pidiendo silencio, pegará un grito de terror, y pedirá a su interlocutor que se desdiga en el acto de lo que acaba de proferir, ya que ese deseo, en el ambiente del teatro, equivale a desear, en realidad, nada menos que mala suerte.La explicación hay que rastrearla en la París de dos siglos atrás, cuando los únicos que podían afrontar el valor de una entrada de teatro eran los ricos, que llegaban hasta las salas en coches tirados por caballos. Así, si a la puerta del teatro había suficiente cantidad de bosta (es decir, de mierda), los responsables de la obra podían darse por satisfechos: era seguro que la sala estaría llena y la presentación sería un éxito.Yendo más atrás en el tiempo, hay quien afirma que la expresión viene de muchos puntos de la Europa medieval, de cuando los artistas recorrían los pueblos con sus carromatos de espectáculos. Se cuenta que cada vez que llegaban a uno, lo primero que hacían era echar un vistazo a la cantidad de estiércol que había amontonado a la entrada y hacer un veloz cálculo: si era suficiente como para garantizar que dentro del pueblo –hay que recordar que en esa época todos los pueblos tenían murallas y unas pocas y limitadas entradas– hubiera un mercado, una feria o alguna otra concentración de gente, entraban tranquilos y seguros de su éxito. Con lo cual se habría hecho muy habitual que, al encontrarse dos artistas, se desearan mutuamente mucha mierda para el siguiente pueblo.
BREAK A LEG!.La tradición teatral anglosajona no incluye el esperable “shit” ni ninguna otra traducción literal del “merde” francés. En el país de Shakespeare, la superstición comenzó justamente en tiempos del gran escritor y de la compañía teatral a la que pertenecía, King’s Men. Por entonces, las salas teatrales pagaban a los actores un salario no demasiado elevado, pues contaban con que el público, de acuerdo al grado de satisfacción que el espectáculo les hubiera producido, se encargaría del resto: las propinas. Propinas que no dejaban silenciosa y disimuladamente sobre ninguna mesa, como se hace hoy con los mozos en todo el mundo, ni se entregaban al teatro o a sus dueños para que luego ellos las distribuyeran, sino que se arrojaban alegremente al escenario, en ruidosas monedas que luego los actores debían recoger una por una.Así, el “quebrar la rodilla” para recoger monedas era lo más deseado por cualquier actor, y eso hizo que la expresión de deseo “break a leg” llegara hasta el siglo XXI… sin su sentido original, pero sí con las extrañas palabras.En algunos países hispanohablantes, Panamá entre ellos, el mundillo teatral adoptó la traducción literal de esta expresión sajona para sus deseos de buena fortuna.
¿Y EL AMARILLO?.Es simple, más concreto e igual de antiguo: de amarillo iba vestido el gran Moliere el 17 de febrero de 1673 cuando, en plena actuación de su obra El enfermo imaginario, sufrió un horrible ataque de tos que lo llevó a vomitar sangre sobre el escenario, a manchar de rojo su traje amarillo y a morir unas horas más tarde. El desgraciado episodio modificó para siempre la historia del teatro, no sólo por la pérdida del monstruo francés, sino también en un sentido cromático: desde ese día, vestirse de amarillo pasó a ser sinónimo de mala suerte y a estar absolutamente prohibido para todos los actores del mundo .

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